[1][2][3][4] Su duración suele ser corta, generalmente entre uno y tres minutos, tras los cuales la parálisis cede espontáneamente.
Durante el episodio, la persona está totalmente consciente, con capacidad auditiva y táctil, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad.
Sin embargo, no existe peligro alguno para la vida, pues los músculos respiratorios siguen funcionando automáticamente.
[6] Se considera que ocurre por lo menos una vez en la vida a un porcentaje muy alto de la población: entre el 5 % y el 62 % según los diferentes estudios que se han realizado,[5] mostrando más prevalencia en zonas rurales,[7] estudiantes (28 %) y población clínica (32 %).
[6] Más precisamente, la alteración en los sistemas de ácido aminobutírico (GABA), glicina, orexina y serotonina deriva en la parálisis del sueño.
[21] La parálisis del sueño debe distinguirse de otros procesos que pueden dar síntomas parecidos.
El fenómeno de angustia aumenta cuando el entorno cultural facilita explicaciones fantásticas, sobrenaturales o paranormales que no tienen ningún fundamento científico; son muy diversas en las diferentes partes del mundo y están influenciadas por la época y las tradiciones de cada región.
De tal forma que en muchos países existen interpretaciones discordantes y supersticiosas para explicar el fenómeno.
Puede ser útil intentar mover zonas del cuerpo lentamente, como las piernas, manos o brazos; también abrir los ojos.
Hay informes de casos preliminares en los que el tratamiento se apoya en teorías del neurólogo hindú Vilayanur S.