Terror nocturno

Las crisis recidivantes son raras y el tratamiento suele estar basado en medidas para tranquilizar al paciente por parte de los padres.[4]​ Mientras las pesadillas (malos sueños que provocan sentimientos de horror o miedo) son relativamente comunes en la infancia, los terrores nocturnos ocurren con menos frecuencia según la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry.Además, por lo general, presentan sudoración, respiración y frecuencia cardíaca rápidas (signos autonómicos).En algunos casos, los individuos son propensos a presentar una actividad motora más elaborada, similar a un forcejeo o lucha con las extremidades, que puede incluir puñetazos, patadas, balanceos y reflejos de huida y ataques.[2]​[9]​ El sonambulismo y los terrores nocturnos son diferentes manifestaciones del mismo desorden o parasomnia.También es común ver que la excitación brusca del sueño NREM no progrese en un episodio completo de un terror nocturno.Los terrores nocturnos también están asociados con la descarga autonómica intensa de taquipnea, rubor, diaforesis y midriasis.[12]​ Los terrores nocturnos están estrechamente vinculados al sonambulismo y a la epilepsia del lóbulo frontal.[13]​ Existe evidencia de que una predisposición a terrores nocturnos y otros trastornos del sueño (parasomnias) puede ser congénita.[7]​ Otros factores incluyen el asma nocturno, el reflujo gastroesofágico y efectos secundarios de medicaciones para el sistema nervioso central.[14]​ Se deben tomar consideraciones especiales cuando el sujeto sufre de narcolepsia, dado que podría haber una relación entre ambos trastornos.Además, los niños mayores y los adultos proporcionan imágenes muy detalladas y descriptivas asociadas a sus terrores nocturnos que los niños más pequeños, que o bien no pueden recordar o sólo recuerdan vagamente lo ocurrido.Los terrores nocturnos en los niños también tienen más probabilidad de ocurrir en hombres que en mujeres; en los adultos, la relación entre los sexos es igual.Existe cierta evidencia que sugiere que los terrores nocturnos pueden ocurrir si el paciente no come una dieta adecuada, no recibe la cantidad adecuada o calidad de sueño (por ejemplo, apnea del sueño), o está sufriendo eventos estresantes en su vida.[14]​ Existe cierta evidencia empírica que apunta a una relación entre el síndrome de terror nocturno en adultos y la hipoglucemia.[18]​ Se ha encontrado, que en algunos adultos que habían estado un largo plazo en terapia intratecal con clonidina presentaron como efectos laterales el síndrome de terror nocturno, así como sentimientos de terror al principio del ciclo sueño.Tranquilizarse casi siempre ayuda a superar este trastorno y es muy importante para el tratamiento.