Tradicionalmente, Santa Bárbara es la protectora contra las tormentas, rayos, truenos y pedriscos, circunstancias meteorológicas nefastas en la economía del mundo rural: de ahí su predominancia en el santoral cristiano desde la Baja Edad Media,[1] y su popular invocación: Santa Bárbara bendita,/ que en el cielo estás escrita,/ con papel y agua bendita,/ del trueno líbranos, Padre Nuestro.
Se conserva, no obstante, la misa, la procesión, la bendición de los panes y su entrega a los concurrentes, así como la celebración mundana: una comida de hermandad y el baile.
[2] La fiesta consiste en que varios «caridaderos» elegidos entre la vecindad por «tanda de vecinos» pasaban por las casas recogiendo trigo.
El salvado resultante del cernido se repartía proporcionadamente entre los que habían dado trigo.
Con la harina se hacían unos panes de estrella denominados «molletes», que una vez bendecidos se repartían entre los asistentes, puestos en cola: el primero es para el cura que había oficiado la celebración, después los pobres y visitantes, luego los vecinos, y en último lugar los caridaderos.