El topónimo que da nombre a la sierra alude seguramente al «santero» o ermitaño tradicionalmente cuidaba de la ermita.
[2] Construcción relativamente moderna, probable reconstrucción o ampliación de otra anterior, con planta alargada, orientada según la tradición antigua –cabecera (este), pies (oeste)-, con cubierta de teja árabe que vierte a dos aguas y ábside octogonal:
El alfarje posee dos gruesas vigas con zapatas sujetando la viguería del piso, basado en tabicas y jaldetas con sencillos canecillos.
Desde el coro se observa la nave central y única progresando hacia la cabecera mediante cuatro tramos de viguería.
[2] Un sólido arco toral en piedra labrada, con impostas voladas en el soporte, separa la nave del presbiterio.
El presbiterio se halla elevado un escalón sobre el nivel del piso de la nave, posee una amplia cúpula octogonal con vistoso artesonado policromo en madera, combinando tonos rojizos, azules y blancos, con estrellas de ocho puntas y motivos florales en los casetones.
A la epístola del espacio presbiteral se abre la sacristía, recinto de techo más bajo con cimbras con mobiliario.
Sea como fuere, según Jean Markale, alias del investigador francés Jean Bertrand (1928-2008), hay un hecho cierto en la historia de las religiones: «los santuarios raramente se desplazan y las nuevas religiones recuperan lugares antiguos para la construcción de nuevos edificios...