Esto ocurre porque el material por el que discurre la corriente eléctrica ofrece una resistencia a su paso, y esta resistencia hace que parte de la energía se disipe en forma de calor (efecto Joule).[1] Desde el siglo XIX se conoce cómo transportar grandes cantidades de energía en forma de corriente eléctrica, pero no sin importantes pérdidas si las distancias son grandes.En 1908, una línea 55 000 V conecta Orlu (Pirineos) con Toulouse, a 155 km, mientras que en Estados Unidos, una central hidroeléctrica en las Cataratas del Niágara es conectada con Buffalo (Nueva York).En 1912 los Estados Unidos duplican este voltaje con una línea de 110 000 V.En Francia, durante la reconstrucción que sigue a la Primera Guerra Mundial, se construye en 1920 una línea de 150 000 V sobre la red de la Compañía Ferroviaria del Sur.