En la mayoría de países, los propietarios legales del bien inmueble cuyos bienes resultan usurpados pueden denunciarla como un delito ordinario; mientras que existen países donde puede haber una legislación que tolere condicionadamente la okupación, o donde existen concesiones temporales por parte de los propietarios a cambio del mantenimiento o alquiler del inmueble.[8] Se utiliza tanto en castellano como en catalán, euskera, gallego y otras lenguas ibéricas.Sin embargo, en su acepción popularizada por la prensa ha venido utilizándose para designar a cualquiera que se instale en una vivienda abandonada, tenga esta acción carácter político o no.[cita requerida] La palabra «okupa» referida a personas se ha venido usando en estos últimos años.Existen diversos motivos por los que se suele realizar una okupación, aunque generalmente se debe a alguno de los siguientes: En algunos casos se trata de familias, grupos de personas o individuos que buscan un lugar donde poder vivir y no pueden o no quieren pagar un alquiler ni una hipoteca.Existen numerosos casos de okupaciones promovidas por gente que busca crear alternativas culturales y asociativas en los barrios en los que viven, a través de los llamados centros sociales okupados.La propia naturaleza heterogénea del movimiento dificulta su identificación con un grupo social determinado, aunque sus ideas suelen ser relacionadas con pensamientos anarquistas.Los centros sociales mantienen entre sí una comunicación fluida, aprovechando las nuevas tecnologías[12] para informar sobre sus convocatorias.Sin embargo, solo ocasionalmente participan en actividades comunes, como movilizaciones de protesta.[22] En las grandes ciudades de países en desarrollo, donde florecen los asentamientos espontáneos, la estructura urbana se caracteriza por una marcada desarticulación.El asentamiento espontáneo, por tanto, se caracteriza en ese entorno por su proximidad a zonas muy desarrolladas, una característica significativa que no necesariamente es propio de los asentamiento okupados de las ciudades del mundo desarrollado.[24] Es por ello que el factor legal reviste una importancia específica para este tipo de asentamientos.Se abría entonces un proceso judicial civil (no penal), generalmente largo, que solía acabar con una orden de desalojo de la casa okupada.Hubo sin embargo numerosas excepciones: en ocasiones los jueces daban la razón a los okupas.Ello, unido al rápido incremento del precio de la vivienda, hizo que las okupaciones crecieran exponencialmente en los años 90.El nuevo código penal aprobado en 1996 pretendía restringir las mismas, tipificándolas como delito de usurpación.Sin embargo, los juzgados solían considerar zanjada la cuestión con el desalojo de la propiedad ocupada, archivando la causa a continuación.Es decir, que casi nunca se han dictado las condenas previstas legalmente por el delito de usurpación, lo que ha generado una sensación de excesiva permisividad en algunos propietarios y poderes públicos locales.En algunos casos, los llamados centros sociales han intentado legalizar su situación iniciando un diálogo con las instituciones, a imagen de las negociaciones que se han dado en otros países europeos donde lugares inicialmente okupados han acabado por ser cedidos bajo fórmulas de alquiler bajo o incluso declarados de interés social o cultural.Si bien en el imaginario popular la okupación se asocia a la juventud y ciertas subculturas, históricamente ha funcionado como un modo de tener acceso a la vivienda para los grupos sociales más desfavorecidos siendo ésta más variada y compleja en su estudio.[30] Comenzó lo que se llamaría "The Vigilante campaign" ("La campaña de Los Justicieros") en la que un grupo de veteranos y sus familias okuparon casas vacías en Brighton, Southend y Hastings.[34] Las zonas agrícolas okupadas, en las que se comprobó que no había una finalidad política, fueron entregadas a los okupas y con el tiempo fueron incorporadas al sistema de vivienda pública y fueron utilizadas por los servicios sociales para acoger familias sin hogar.Pasado unos días el Tribunal, al no ver motivos para que los okupas devuelvan las viviendas, el juez refiriéndose a un caso sucedido bajo el reinado de Jorge III,[b] fallaron a favor de los okupas.Durante todo el día la opinión local que merodeaba la zona les mostró su apoyo y se celebraron mítines en los alrededores a su favor.Esta solución fue rechazada y se mantuvieron unidas hasta que no fueron todas realojadas a la misma vez.Durante los seis días que duraron los altercados la policía, unos 3.000, intentaron el desalojo por con gases lacrimógenos por dos veces y en ambas fueron repelidos.Por la mañana se unieron mas familias de Quarticciolo y San Basilio.A la mañana siguiente llegaron mas familias que ocuparon pisos sin saber ya si eran municipales o de propiedad privada.Además se creó una delegación para reunirse con el Ayuntamiento y que finalmente no fue recibida por éste.Sin embargo estas acciones hicieron al movimiento mas fuerte y finalmente permitieron a los okupas se quedaran con las casas.La historia de María Soledad Rosas, una joven argentina okupante de viviendas en Turín, Italia, y muerta en extrañas circunstancias (posiblemente asesinada simulando un suicidio) , inspiró al escritor Martín Caparrós para su libro Amor y anarquía.