Sus seis primeros años se desplegaron en medio de la vida campesina trabajadora, serena y tranquila.Allí alternó los oficios domésticos con la oración y la penitencia, teniendo a Amadeo Millán como director espiritual.En la Catedral de Guayaquil dedicó mucho tiempo al apostolado, especialmente con niños, a quienes enseñaba el catecismo.En 1868, el franciscano Pedro Gual y Pujadas, uno de sus directores, le invitó a Lima para continuar con su formación.Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio Presbítero Matías Maestro, donde permaneció hasta 1955, cuando fue exhumado y se le descubrió incorrupto, siendo repatriado a Ecuador, a la ciudad de Guayaquil, en 1955 y ahora permanece en Nobol, su pueblo natal.)[1] Tenía algo más de 20 años y muchos le decían que pida un milagro.Ahí habló con ella y le dijo: ‘Narcisita, si es de curarme, ¡cúrame!, sino ¡llévame!’.En 1992, la Santa Sede reconoció el primer milagro cuando hizo que un tumor desapareciera.(...Juan Larrea, Arzobispo de Guayaquil en ese entonces, ordenó la investigación del caso, en el que se estipuló la consulta a testigos y médicos.Los cinco médicos que estudiaron el caso concluyeron que Edelmina Arellano recibió en 1992 la "restitución completa del defecto anatómico, congénito, de manera imprevista, completa y duradera, científicamente inexplicable."(...Consecutivamente con su beatificación en 1992, se produjo la construcción del templo, ayudados con las limosnas de los peregrinos.