Pronunciamiento de Aznapuquio

[5]​ Participaron del movimiento el teniente general José de la Serna, brigadier José de Canterac, coroneles Jerónimo Valdés (descrito por el virrey como el verdadero cabecilla del motín),[6]​ Agustín de Otermin, Fulgencio de Toro, Ignacio de Landázuri y Guillén, José Ramón Rodil, Pedro José de Zavala y Bravo del Ribero, Juan Loriga, tenientes coroneles Antonio Seoane, José García Sócoli, Ramón Bedoya, Ramón García Lemoine, comandantes Valentín Ferraz, Mateo Ramírez, Pedro Martín, Antonio Tur, Andrés García Camba, Francisco Narváez y capitán Francisco Xavier Ortiz.

[20]​ Además, se habían sublevado 1000 negros en Pisco animados por la llegada de los revolucionarios y 3000 a 4000 indios en San Juan de Lucanas y Cangallo para ayudar a Arenales.

En la Piedra Lisa, próximo a Lima estaban: el 1.º del Infante Don Carlos (disminuido de fuerza).

[nota 6]​ Sin embargo, respecto de esta última cifra, es descartada como una exageración por Barros Arana,[nota 7]​ aún contando las milicias, siendo probable que no pasaran de 6000 a 7000 (la mitad acantonados en Aznapuquio),[41]​ especialmente después que el virrey enviara dos divisiones de mil soldados cada una a Ica y la sierra, lo que hacia imposible que tuviera en la capital virreinal más de siete mil efectivos.

Los altos mandos que no participaron se marcharon a sus casas como las tropas al campamento.

[54]​ El pronunciamiento denuncia la actitud del virrey Pezuela al que se acusa de agotar las fuerzas del Ejército Real del Perú dejándolo anclado en la defensa de Lima,[55]​ no batir a San Martín en la hacienda Retes (Huaral), descuidar su obligación de mantener en la sierra un ejército viable que aguantara hasta la llegada de refuerzos desde España[56]​ y tomar malas decisiones militares que causaron desde el arribo de San Martín hasta ese momento 14 798 bajas realistas (desertores, muertos, heridos y prisioneros).

[60]​ Por estas razones Pezuela y varios notables del Cabildo estaban empezando a considerar la capitulación, algo inaceptable para los oficiales.

[22]​ Rápidamente se decidió por enviar a Valdés con 1200 soldados al valle del Jauja el 25 de marzo para asegurar las comunicaciones con el interior.