Matutatas significa ancestros en lenguas barbacoanas, las culturas chachi, tsáchila, quitu, caranqui, chono y puruhá.
[1][2][3] Existen muchos mitos alrededor de los matutatas, así como ritos que tenían como objetivo principal el conectarse nuevamente con ellos.
La voz "rucu" está asimismo presente en el brujo o mincu rucú, rol que era usualmente cubierto por hombres y que está relacionado con las cocinas de brujo, o cerámica ceremonial de la cultura Milagro Quevedo.
Según el mito A Rucu y A Shimbu emergieron del fondo del mar cuando sucedió un eclipse, es decir en el mantsunu, o abrazo entre pajta o el sol y quepe pajta, la luna.
Formalmente este mito fue recopilado por Arecio Ortiz y dice lo siguiente:[7] El pueblo Puruhá se consideraba hija de Mamashimbu.
Además Mamashimbu era el nombre con el que se conocía al Volcán Chimborazo en la cultura Puruhá.
Narra la historia de como un joven chachi hizo una chacra cerca del río grande y las plantaciones estaban creciendo.
Después les preguntó ¿Son ustedes las que siempre vienen a recoger mis choclos?
Confundido por esto, decidió tomar una de ellas, la abrazó, la besó y trajo a su casa.
El tiempo pasó y esta mujer aparecía en el charco nadando junto a su hijo.
A esto se sumaba la figura del Yaya rucu o padre viejo.
En concreto se refiere al gorrión andino o Zonotrichia capensis, que en idioma quichua era llamado originalmente Pichincha.
Usualmente se cree que estaba encarnada por el shaman-sacerdote quien durante rituales podía invocar animales como su alter ego.
Según el análisis semiótico hecho a partir de las cerámicas, la deidad Jama habitaba tanto la tierra como el inframundo, por lo que se conjetura representaba la vida y fungía como guía terrenal.
Los primeros pobladores llegaron guiados por un shamán hasta que se ubican en su territorio para el asentamiento definitivo:[17] A esto se suma la cantidad de representaciones mitológicas en la cerámica Jama Coaque que tiene relación con las deidas mesoamericanas.
[18] Después enfrentarían el diluvio universal en el segundo mito cosmogónico de los Cañaris y se emparentarían con una Guacamaya que los salvaría.
Además, el rito se lo realizaba en cuarto menguante, cuando la luna desaparecía en medio de la noche.
Este eclipse o unión entre lo masculino, el sol y lo femenino, la luna se lo llamaba mantsunu en lenguas barbacoanas.
[7] Los matutatas suelen estar relacionados con los ancestros y a través de ello con la estirpe.
Por esto los caciques, shamanes y sacerdotes fungían como representantes de los matutatas en la presente generación.
Su obra Los orígenes del hombre americano, publicada en 1943, contiene argumentos lingüísticos y antropológicos que tienden a probar esta tesis.