[1] Junto a la actividad agrícola, muchos colonos desempeñaban labores como pirquineros en lavaderos de oro existentes en la zona.
La principal pertenecía al colono alemán Juan Arnoldo Smitmans, conocido como el cacique del trigo de Malleco, debido a su alta presencia en el negocio molinero en la zona.
Entre estos se encontraba el cacique Maripe, desalojado de su propiedad en 1916 durante el conflicto con la sociedad Bunster Gómez.
Durante estas acciones se intentó, sin éxito, incluir además a los obreros que trabajaban en el túnel las Raíces.
[4] No obstante, otras fuentes señalan que mientras la gran mayoría de los manifestantes eran campesinos y colonos, los mineros sólo representaban el 16% del total.
A ello se suma que, producto de su aislamiento, Lonquimay sería capaz de resistir, lo que daría tiempo a los comunistas para aumentar su influencia en otras zonas del país.
En honor a esta unión, en 1969 su nombre fue incorporado en el de la principal mancomunidad agraria del país: la Confederación Nacional Sindical Campesina e Indígena Ránquil.
En el ámbito cultural, la masacre es mencionada por primera vez en la novela La Chica del Crillón, de Joaquín Edwards Bello.
Posteriormente, Reinaldo Lomboy publica en 1942 la obra Ránquil, primera aproximación a la tragedia.