María de Portugal, marquesa de Tortosa

La novia, en el momento del matrimonio, aún no había cumplido los doce años.

Viuda, María vio cómo su cuñado se apoderó de los dominios de su fallecido marido (Tortosa, Albarracín, Fraga y otros lugares) y le prohibió, regresar a Portugal, como era su intención, hasta que ella renunciara a los bienes que le pertenecían a su marido.

Durante los siguientes nueve años (1364-1373) la vida de María no debió ser fácil en Barcelona.

María permaneció en Aragón, donde conoció al genovés Badasal de Espínola.

El cronista Fernão Lopes, en la Crónica de D. Fernando (capítulo LIV), nos cuenta lo que sucedió después: «Micer Badasal no volvió más al reino (de Portugal), y el largo afecto que había con la Infanta, hecho generador siempre de parecidos frutos, la hizo vender cuantas rentas tenía en Aragón e irse con él a Génova, y luego la abandonó y ella vivió miserablemente, muriendo muy lejos de lo que era su honor».