Fue, también, una feminista adelantada a su tiempo que con su carácter fuerte y dominante se impuso en la sociedad guatemalteca de la época.
Como su familia era parte del Clan Aycinena, sufrió el destierro y el despojo de sus bienes por Francisco Morazán en 1829.
Primero lucharon contra quien gobernaba el Estado de Guatemala, liberal al igual que Francisco Morazán, el doctor José Mariano Gálvez.
Al mismo tiempo, se propagaba la idea de los curas párrocos que quedaban en Guatemala y que acusaban a Gálvez del envenenamiento de las aguas fluviales para propagar el cólera morbus a la población, cosa que no ocurría sino por el crecimiento poblacional y la poca capacidad de la estructura sanitaria del país.
Carrera para entonces mostraba ya los rasgos de liderazco y pericia militar que lo caracterizarían.
Quería seguir mi camino con muchas ansias, pero hubiera sido una locura proseguir; de hecho, ningún dueño de mulas hubiera aceptado ir conmigo, y me ví obligado a regresar a Chiquimula».
[2] Rubén Darío en 1887 le calificó como "la mujer de más ingenio que haya producido Centro América".
[10] Como aficionada a la lectura, María Josefa García Granados se cultivó en la poesía; asimismo, no solamente escribió sátira sino que también cantaba poéticamente.
Según se sabe, Batres habría regresado del más allá confirmándole la existencia del infierno diciéndole: «¡Sí hay infierno, Pepita!»[11] Esto explicaría que ella dejara de escribir en sus últimos años y se retirara de la vida social, dedicándose al recogimiento y prácticas piadosas.