En 1821 fue ascendido a teniente de caballería y agregado al Estado Mayor General del ejército patriota.
Participó en la Batalla de Zepita, librada en el Alto Perú, y luego en la retirada desordenada del ejército patriota hacia la costa.
Por esa razón se ordenó su prisión, pero logró viajar a Lima, donde solicitó su retiro.
Combatió a la rebelión del general Pedro Pablo Bermúdez y participó en los combates de Ucumarca y Huaylacucho; estuvo finalmente en el Abrazo de Maquinhuayo, que puso fin a la guerra civil (1834).
Se hallaba todavía en esa misión, cuando en 1835 fue comisionado a Lima para que convenciera al general Felipe Santiago Salaverry deponer su actitud de rebeldía.
No quiso plegarse a la Revolución Liberal de 1854 encabezada por el mariscal Ramón Castilla, y se mantuvo fiel al gobierno del general José Rufino Echenique.
Vencido y derrocado este gobernante a inicios de 1855, fue nuevamente expulsado del ejército.
En 1875 fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional del Perú, cargo en el que mostró notable diligencia.
Mejoró las instalaciones del local, aumentó sus salas y por primera vez acometió la empresa de catalogar sus libros.