Manuel de Frías
Tuvo que personarse como procurador ante el rey Felipe III de España hacia 1616, lo que le valdría ser nombrado gobernador del Paraguay en 1618, pero por diversas cuestiones en la península recién ocuparía su puesto en el año 1621 hasta 1627.Un vez que llegara a la península, Frías le reiteraba al soberano las representaciones para dividir el dilatado territorio,[3] anular algunas premisas de las ordenanzas de Alfaro[2] —en contraposición de Hernandarias— y lograr un permiso para establecer un comercio entre Buenos Aires y Sevilla, ya que los portugueses eran los más beneficiados en el contrabando con el Río de la Plata.[3] Se ganó enemistades de aquellos que comerciaban con Brasil porque se había permitido la instauración de un comercio directo entre Sevilla y Buenos Aires.[8] También se enfrentó con el obispo Tomás de Torres en una larga disputa ya que el clérigo estaba empecinado en reconciliar a Frías con su exmujer Leonor Martel de Guzmán, de quien estaba separado hacía diez años, a lo que el gobernador Frías se resistió y en respuesta el obispo lo amenazó y formó bandos, además de excomulgar a sus contrarios, despreciando los recursos legales invocados en contra de sus desafueros, hasta llegar al punto de que el escándalo trascendiera por todo el Virreinato del Perú.[6] Frías fue convocado por la Real Audiencia de Charcas en 1626, por lo que tuvo que ir al Alto Perú dejando en su lugar a su lugarteniente Diego de Rego y Mendoza, pero los asuncenos reconociendo su labor de gobernador, y sobre todo por haber vencido y escarmentado a los payaguáes y a los guaycurúes, mandaron un representante en su defensa dando como consecuencia que fallaran el pleito a su favor.