Su creación data en torno al 330 a. C.; aunque la pieza que se conserva en la actualidad es una copia romana.Sin embargo, ciudades como Esparta continuaron con un gobierno oligárquico formado por una minoría; aunque también organizaron su área de influencia en torno a la Liga del Peloponeso.Atenas se convertirá en la ciudad más importante y su rivalidad con Esparta marcará toda la política de la época.Fue una guerra que movilizó a todo el mundo griego en dos bandos y cuyo resultado fue una Grecia devastada, donde queda latente el fracaso del sistema de polis.La expansión comienza con Filipo II, pero el culmen se produce cuando su hijo Alejandro Magno accede al trono y da paso a la Época Helenística.Se abandona el ideal platónico en la filosofía y surgen nuevas formas de pensamiento como el Estoicismo o el Hedonismo.[3] La sociedad comienza a cuestionar los principios establecidos y se pone en duda que la idea de belleza impuesta en el periodo clásico fuese la única verdad.[4] Se abre paso el culto a nuevos dioses y estos son representados de un modo más humano, captados en actitudes cotidianas.Consecuentemente, los nuevos temas principales serán las personificaciones de emociones o pasiones abstractas como el amor, la victoria, la ira, etc..[7] La pierna derecha adelantada hace que el vestido se pegue al cuerpo de la mujer dejando entrever su cadera prominente.Las ménades eran las mujeres encargadas del culto al dios Dioniso, de los sacrificios y desenfrenados bailes en su honor.[8] Lo que la Ménade Danzante o Furiosa pretende representar es el frenesí descontrolado de estas fiestas.Con el cabello suelto, semidesnuda y dejándose caer por completo en las manos del dios Baco (nombre romano para Dioniso).
Perfil derecho de la Ménade danzante de
Escopas
(330 a. C.)