Durante su estancia en Eleutherópolis (actual Bayt Jibrin, Palestina) escribió la obra Ad Constanetium Augustum pro Sancto Athanasio Libri II, en favor de sus tesis, pero escrito en un lenguaje furioso y poco razonado.
Como sus opiniones extremas no recibían apoyo oficial de la Iglesia, se retiró a Cerdeña donde fundó una pequeña secta conocida por los Luciferianos en la que ningún obispo arriano o que hubiese favorecido a los arrianos podía ser reintegrado en la Iglesia aunque mostrase arrepentimiento o confesase sus errores; además, los obispos que hubiesen atendido las súplicas de éstos también quedarían incluidos en el mismo anatema.
En 1623 se encontró una lápida de mármol con la inscripción: Hic iacet BM Lucif Crus Arcepis Callapitanus Primarius Sardine et Corice.ca fl s r me eclesiae que vixit.annis LXXXI.K.Die XX mai.
Posteriormente, diversos autores se manifestaron tanto a favor cómo en contra para considerarlo un santo venerable.
En 1639, el arzobispo Ambrogio Machin escribió una Defensio Sanctitatis beati Luciferi (Defensa de la santidad del beato Lucífer).