La novela Vertigem (1926), de Laura Villares, es notoria por ser la primera en abordar el lesbianismo escrita por una mujer brasileña, aunque también da una mirada moralista y condenatoria contra la protagonista.
[7][8] Durante la época posterior al Estado Novo, varios textos continuaron presentando temáticas LGBT de forma sutil.
[14] También destaca la figura del Carnaval de Brasil, que en la ficción era mostrada por varios autores como un tiempo en que las personas podían ocultar sus identidades mientras disfrutaban de una mayor libertad sexual y realizaban actos usualmente considerados ilícitos.
[17] Con el tiempo, Rios pasó a ser considerada la iniciadora de la tradición literaria lésbica brasileña.
[6] Abreu abordó la diversidad sexual y la homofobia desde su primera colección de cuentos y continuó explorándola en años posteriores, en relatos como «Terca-feira gorda», de Morangos mofados (1982), que narra el encuentro entre dos hombres homosexuales durante el Carnaval de Brasil;[20] o la novela Pela Noite (1983), tal vez la primera obra brasileña en abordar el VIH.
[26] Temáticas relacionadas con la diversidad sexual empezaron además a aparecer en obras de géneros como el histórico, detectivesco, utópico[27] y en particular en la literatura juvenil.
[28] Entre los autores de obras LGBT galardonadas en décadas recientes se encuentran narradores como Santiago Nazarian,[29][30] Natalia Borges Polesso, Tobias Carvalho y Cristina Judar.
[27][31][32] Del lado de la poesía, han destacado figuras como Angelica Freitas,[33] Tatiana Nascimento y Ryane Leão.
[2] En esta obra, una muchacha llamada Inês se enamora de una visitante conocida como Isidora, que es descrita con rasgos tradicionalmente considerados masculinos.
[35] En 1882, Aluísio Azevedo publicó la novela A condessa Vésper, que incluyó un personaje secundario lésbico, aunque la representación fue negativa y la mujer parece ver su orientación sexual como incompatible con su propia humanidad, al afirmar: «mi cuerpo hoy tiene forma primitiva de mujer, pero ahora lo habita el alma de un demonio unisexual que se disgusta con las triviales caricias masculinas».
[6] Con la llegada del siglo XX, hizo su entrada en las letras el escritor y cronista João do Rio.
Aunque nunca admitió públicamente su orientación sexual, la misma era de conocimiento general,[39] por lo que hoy en día es recordado como la primera persona homosexual brasileña en alcanzar fama y prestigio.
[7][6] La obra, que fue ignorada durante décadas y saltó a la luz al ser rescatada por el crítico Luiz Mott en su obra O lesbianismo no Brasil (1987), toma elementos de la tendencia naturalista del siglo pasado para contar la historia de Luz, una joven que viaja del campo a Sao Paulo y se convierte en prostituta.
Vertigem tiene una marcada carga moralista y da una mirada antipática de la sociedad de Sao Paulo, que Villares caracteriza como lujuriosa e inmoral y la razón que lleva a Luz a la prostitución.
Esto afectó a libros con referencias homoeróticas, aunque dos obras notorias en la temática se publicaron durante este periodo.
[6] Un factor influyente tanto en la actitud social hacia la diversidad sexual como en las representaciones literarias de personajes LGBT en obras locales, fue el carácter patriarcal y conservador presente en la sociedad brasileña.
[48] Debido a ello, varias obras del siglo XX con tramas LGBT incluyeron la temática solo de forma sugerida.
[18] En 1951, el escritor Paulo Hecker Filho publicó la novela Internato, que, aunque de temática similar a obras como O Ateneu (1888) y Mundos mortos (1936) al desarrollarse en un colegio internado, fue la primera en presentar de forma mucho más explícita la homosexualidad entre adolescentes varones.
En las décadas siguientes Fagundes siguió explorando temáticas LGBT femeninas, por ejemplo en su cuento «Uma branca sombra pálida» (1995).
[16] Sobre la censura que sufrió su obra, Rios expresó en una entrevista: «Si un hombre escribe, es sabio, tiene experiencia.
En «Madrugada», dos hombres se conocen en un bar e inician una conversación que los lleva a identificarse cada vez más.
[13] Otro autor que sobresalió durante los últimos años del siglo XX fue João Gilberto Noll, quien desde su primera obra, O cego e a dançarina (1980), incluyó temáticas LGBT y que continuaría abordando el tema de forma más prominente en novelas como A céu aberto (1996), Berkeley em Bellagio (2002) y Lorde (2004).
[65] Carvalho continuó abordando temáticas LGBT en obras posteriores, como por ejemplo en su novela Quarto aberto (2023), donde explora las relaciones abiertas en parejas homosexuales.
Entre ellos se encuentra «Marinícolas», poema cuyo título, de acuerdo a João Silvério Trevisan, mezcla el nombre Nicolau con la palabra «marica».
En el poema, de Matos describe a un hombre que hereda el «humor meretriz» de las mujeres, prefiere «mirar pantalones» y en una escena casi es descubierto mientras mantenía relaciones sexuales con un hombre cuando estaba «con la boca en la cruz».
Referencias a atracción lésbica también se pueden encontrar en el poema «Ela», donde Reis describe de forma apasionada a una mujer a la que adjudica adjetivos para resaltar su belleza y de la que no osa pronunciar su nombre, como se puede observar en su primera estrofa:[71] Otros autores que publicaron poemas con temáticas LGBT durante el siglo XIX fueron Laurindo Rabelo y el religioso Junqueira Freire.
[74] Aunque tradicionalmente las lecturas homoeróticas de sus obras han sido poco exploradas, la temática se puede identificar en poemas como «Cabo Machado» (1926), donde expresa:[49] Durante la segunda mitad del siglo, la poesía brasileña empezó a abordar una amplia gama de temáticas LGBT, entre ellas la denuncia contra la homofobia, la prostitución masculina, el deseo abierto entre personas del mismo sexo, el BDSM y el VIH.
[16] Así mismo, se puede mencionar a Rafael João,[27] Nívea Sabino,[72] Luciany Aparecida, Cidinha da Silva y Simone Brantes.
[88] En los años siguientes, Martins continuó publicando novelas dentro del género que alcanzaron gran popularidad.
[89] Otros autores brasileños contemporáneos de literatura juvenil LGBT incluyen a Eric Novello, Elayne Baeta y Felipe Cabral.