No forma parte de la Biblia hebrea,[1] pero está incluida en la Septuaginta.
Sin embargo, distintas facciones y expresiones del Cristianismo Histórico lo incluyen en sus Biblias entre los llamados deuterocanónicos, en tanto que los grupos protestantes,[2] y otros grupos cristianos[3] lo excluyen de sus Biblias, así como a los otros deuterocanónicos, a los cuales consideraron como "apócrifos".
[12] Está versado en la cultura alejandrina, y parece ser, por consiguiente, un israelita de la Diáspora, avecindado o residente en Alejandría.
[13] De lo anterior se desprende que, si el autor era alejandrino, la fecha del manuscrito no puede remontarse a ninguna fecha anterior a la fundación de la ciudad por el conquistador Alejandro Magno, en 330 a. C. Desde allí en adelante, la fecha exacta permanece sumida en el misterio, y no hay evidencia de que haya existido algún original hebreo o arameo que pudiese brindarnos mayores precisiones, sino tan solamente el texto griego.
Melitón de Sardes[14] en el siglo II d. C., san Agustín (397 d. C.)[15] y el papa Inocencio I (405 d. C.)[16] consideraron que la sabiduría de Salomón formaba parte del Antiguo Testamento.
Esto es: alcanzar el conocimiento de Dios, rendirle culto y ofrecerle los servicios adecuados.
Quien cumple todo esto no es otra cosa que un hombre justo, hijo, amigo y amante de la divinidad, mientras que quien se aparta de la doctrina es pecador e impío y se encamina a la perdición.
Este libro perfecciona, en cierto modo, la doctrina de Daniel y II Macabeos.