Libro de la Sabiduría de Jesús ben Sirá
Tampoco debe confundirse con la expresión Libros Eclesiásticos, usada por algunos autores para referirse a los deuterocanónicos o al conjunto de los escritos del segundo canon que se leen en las iglesias.Entre los otros nombres griegos que se dan al Eclesiástico en la literatura patrística, se puede mencionar la designación de Panaretos sophia es decir "La sabiduría de todos los virtuosos".[20] Jerónimo de Estridón menciona haber tenido el texto hebreo, pero que al final optó por solo revisar y corregir la traducción latina (llamada Vetus Latina), que ya existía previamente, para incluirla en su propia versión de la Vulgata.Hubo quienes llegaron a sostener que los textos hebreos encontrados en El Cairo eran una traducción, pero tras el hallazgo de los manuscritos de Qumrán y Masada, se sabe, sin lugar a dudas, que fue escrito en hebreo.La datación puede fijarse con cierta certeza, porque Jesús ben Sirá habla elogiosamente del sumo sacerdote Simón II,[22] que parece haber sido su contemporáneo.Clemente de Alejandría y Orígenes lo citan repetidamente, como un γραφή, o libro sagrado.[32] Los Cánones Apostólicos (no reconocidos por la Iglesia Católica) declararon venerable y sagrado el libro de Eclesiástico.Debido a que no ha sido incluido en el Canon del Tanaj, que es el libro sagrado oficial del judaísmo contemporáneo, su canonicidad ha sido rechazada por las Iglesias Protestantes,[8] que predeterminadamente excluyen los deuterocanónicos de sus propias versiones y ediciones de los textos sagrados.La Iglesia Anglicana no lo aceptaba como protocanónico, pero dice que debe leerse sólo "por ejemplo de la vida y la instrucción de los modales, pero no los aplica para establecer ninguna doctrina".Sirácida contiene, sobre todo, máximas éticas, por lo que se asemeja considerablemente al Libro de los Proverbios.Como otros autores de la literatura sapiencial, Sirácides se enfrenta al problema del que en el judaísmo se suele dar énfasis a premios y castigos.Lejos de asumir que retribuciones y castigos son sólo temporales, es decir, que cada quien recibe en esta vida todas las consecuencias de sus propios actos, Sirácides declara enfáticamente: Aunque Sirácides no sabe cómo retribuirá Dios a cada uno según sus obras, señala que «Henoc agradó a Dios y fue arrebatado, ejemplo de ciencia para las naciones»,[52] y Elías «fue arrebatado al cielo en un torbellino, entre tropeles de fuego».Tiene un valor relativo y es peligrosísima para la salud espiritual de quien se regocija en ella.