Anexo:Concilios de Roma

A lo largo de la historia, se han celebrado numerosos Concilios religiosos en Roma, convocados por el papa.

Fue convocado para decidir que la Pascua se debía celebrar el Domingo después del 14 de la Luna.

de Fleuri, que habiéndose hecho perniciosa esta observancia, no debía tolerarse.

Fue convocado por el papa Liberio para San Atanasio, acusado por los Orientales y defendido por mayor número de Egipcios.

Convocado por mismo papa Dámaso, reunión a noventa y tres Obispos que excomulgaron a Auxencio de Milán y trataron en él de la consustancialidad del Espíritu Santo.

Convocado por el mismo papa, tenido contra los Apolinaristas, cuyo jefe era Apolinario, Obispo de Laodicea en Siria.

En favor del papa San Dámaso I y contra el antipapa Ursino.

Ochenta Obispos asistieron a él y escribieron una carta en favor de los que no habían podido ir al Concilio.

Estuvo compuesto por un considerable número de Obispos, para representar todo el Occidente.

Fue tenido por el mismo papa, para resolver diferentes dificultades que habían suscitado los destrozos de los Hunos.

El papa Simmaco, que acababa de ser electo, juntó este Concilio.

Eso mismo había escrito ya a los Obispos de Istria que no recibían este último.

Se hizo en él una Constitución en favor de los Monjes, que fue firmada por veintiún Obispos.

El 27 de febrero del año 610, se celebró un concilio en favor de los Monjes contra los que pretendían que estando muertos para el mundo no podían ejercer ningún Ministerio Eclesiástico.

Se cree que en este Concilio depuso el papa Teodoro a Paulo de Constantinopla y que anatematizó a Pirro, cuya sentencia firmó con la preciosa sangre de Jesucristo mezclada con tinta.

Este Decreto fue firmado solemnemente por todos los que asistían al Concilio y se le añadieron las autoridades de los papas precedentes.

En él se depuso del Sacerdocio con anatema a Adalberto y Clemente.

Se condenaron al fuego los escritos del primero como impíos e insensatos.

En él se condenó a una penitencia perpetua al falso papa Constantino.

En él se condenó el Escrito de Félix de Urgel contra Alcuino y se excomulgó al mismo Félix si no renunciaba la herejía en que había recaído.

En él se hicieron ocho Cánones, diciendo el primero que el Rey Roberto se apartaría de Berthaysa parienta, con quien se había casado contra las Leyes y que haría siete años penitencia según los grados prescritos en la Iglesia, todo con pena de anatema.

El Rey Roberto no obedeció tan pronto la ordenanza de este Concilio pues aún se mantuvo con Bertha dos o tres años.

En él se empezó a querer extirpar la simonía que reinaba impunemente en todo Occidente.

En él excomulgó por adúltero al Obispo de Verceil, que estaba ausente y ofreciendo después satisfacción, fue restablecido a sus funciones.

Los Monjes de Vallembreuse acusaron en él de simonía a Pedro, Obispo de Florencia y se ofrecieron a probarlo por el fuego, pero el papa no quiso ni deponer al Obispo ni conceder a los Monjes la prueba del fuego.

Tenido por el mismo papa contra los incestuosos y los que por su modo de contar defendían los matrimonios válidos en los grados prohibidos por la Iglesia.

En este mismo Concilio se resolvió enviar Legados a Alemania para tener allí una Asamblea general que pudiese juzgar cuál de los dos partidos, el del Rey Enrique o el de Rodolfo tenía justicia.

Se excomulgó al Emperador de Constantinopla y a otros muchos.

Contra él disputaron algunos Monjes sabios, como Alberico del Monte Casino y Bruno, Obispo de Segni.

Esta fue más bien una Asamblea del papa y los Cardenales que un Concilio de Obispos.