En vacaciones, llegaba a Estelí luciendo sotana y cinta morada en la cintura.
Era de carácter tan humilde, que cuando asistía a los Matinée del Cine Estelí, compraba las entradas para el área de Palco, pero se iba al área General o Platea.
Incluye a veintiocho poetas latinoamericanos quienes murieron en plena juventud dando sus vidas por la causa revolucionaria.
[3] Sus primeros poemas fueron publicados en La Prensa Literaria, suplemento semanal del Diario La Prensa, bajo la dirección de Pablo Antonio Cuadra quien aplicaba una rigurosa revisión y selección para la calidad literaria del contenido publicado.
En una pausa del tiroteo, el General Samuel Genie Lacayo, les solicita que se rindan a lo que Leonel respondió: Tita Valle guardó sus poemas y, cuando la Guardia lo mató, le entregó su legajo -su legado- a Jaime Wheelock Román, entonces director de la revista Taller, editada por los estudiantes de la UNAN-León, donde fueron publicados en la edición n.º 4.
Teófilo Cabestrero Rodríguez (1931-2016), misionero claretiano y teólogo catalán, en su obra "Leonel Rugama, el delito de tomar la vida en serio"[6] recoge opiniones que sobre Rugama expresaron quienes lo conocieron, desde poetas y compañeros de lucha.