Fue encargado por Federico II Gonzaga para decorar la Sala de Ovidio en el Palazzo Te de Mantua; no obstante, regaló las cuatro obras al emperador Carlos V y en consecuencia, el ciclo se envió a España y fue dispersado después.
Esta obra en concreto, junto con Ganímedes, fue regalada por Felipe III al emperador Rodolfo II en 1604.
Correggio da un tratamiento manierista al tema, añadiendo un paisaje boscoso tratado con un fino esfumado.
Su figura se ve acentuada por encontrarse delante de un árbol, quedando éste ligeramente desplazado hacia la izquierda.
No obstante, de ello nada queda, pues cuando la obra regresó a Berlín se repintó una tercera vez por Henri-Guillame Schlesinger (1814-1893).