La educación de la Virgen es un tema relativamente frecuente en el arte cristiano, sustentado en un episodio de los evangelios apócrifos.
La convención iconográfica propia de este tema exige representar a la Virgen María niña (Virgen niña, Infancia de la Virgen), raramente sola, sino acompañada de otras figuras (especialmente su madre, Santa Ana -Santa Ana enseñando a la Virgen-, y a veces también su padre, San Joaquín); y, aunque hay casos de distintas actitudes (como la de coser), la más habitual es la de estar leyendo un libro o aprendiendo a leer.
Se ha sugerido que la iconografía de la Virgen lectora, que aparecería en los libros de horas del siglo XIV, es interpretable de forma compleja: una apropiación femenina de la alfabetización (que permite acceder a la "palabra de Dios" sin mediación masculina) y al mismo tiempo una alegoría del papel de la Virgen en el misterio de la Encarnación ("el Verbo se hizo carne").
[5] También hay obras que representan a la Virgen con el Niño, y la virgen en actitud de leer (Virgen del libro, Virgen leyendo, Madonna leggente);[8] actitud que también se suele incluir en el tema, mucho más frecuente, de la Anunciación.
Si se representa a la Virgen niña entre su padre (San Joaquín) y su madre (Santa Ana), y bajo el Espíritu Santo en forma de paloma, la iconografía es diferente a otras obras.