En su formación influyeron tanto pintores locales como Jacopo Bellini y Andrea Mantegna, como se refleja en su primera obra documentada, Los tres crucifijos o El Calvario, de 1456.
Si bien había comunidades artísticas en Pavía y Milán antes de su llegada, su trabajo dio al arte lombardo una identidad renovada.
[2] Confiaba en su capacidad para recibir comisiones y a menudo se iba de una ciudad con obras sin terminar para buscar trabajo más interesante o mejor remunerado en otro lugar.
[3] En varios artistas se ve su influencia, entre ellos, Vincenzo Civerchio, Ambrogio Bergognone y Girolamo Romanino.
Pese a que fue un pintor prolífico, gran parte de su obra se ha perdido.