Luego, su tutor la envia a vivir con unos familiares en Limburgo, en una casa solitaria en el Schifferskanal, cerca del pueblo de Neeroeteren.Ella lo anima a cazar ardillas, con cuyo pelaje él le cose una alfombra, pero con un agradable escalofrío le dice que el hombre que quiera casarse con ella algún día también debe poder matar gente.Fred, el hermano mayor, al principio no muestra ningún interés por su prima.Coquetea con la hija del panadero y se rumorea que tiene una amante en Hasselt, donde suele pasar la noche.En el frío invernal contrae bronquitis, que se niega a curarse.Edmée aprovecha la oportunidad para localizar a su primo Fred en la ciudad, que está tirando su dinero en un bar.La auditoría posterior realizada por el tío Louis revela que su sobrino malversa dinero del tribunal para financiar sus viajes regulares a Hasselt.La muerta es Edmée Van Elst, cuyo marido Fred trabaja ahora como secretario en una compañía naviera.[6] Para Behrang Samsami es la historia de una rebelión contra la vida cotidiana triste en las provincias.[10] Según Ehing, es un “frío acechante y paralizante” en el cual se desarrolla la acción.Y la catástrofe a la que inevitablemente se dirige la novela parece ser una especie de ley natural, con la implacable escalada así como los detalles de la vida cotidiana que recuerdan a Émile Zola.En los meses siguientes escribió sus tres primeras “romans durs” (novelas duras): Monsieur Hire, El efecto de la luna y La casa del canal.[12] Cuando tenía doce o trece años, el joven Simenon pasó una temporada en la casa, y los personajes de la novela están basados en personas reales de su familia, como su sobrino Alfred, que era cuatro años mayor.[11] En la novela autobiográfica posterior Pedigree, que Simenon escribió durante la Segunda Guerra Mundial, también se refirió al episodio en la casa del abuelo Brüll.Al hacerlo, descubre las cualidades características de los personajes (en este caso Gaston como un debilucho secreto, Jef como un asesino potencial) y les permite vivirlas con todas las consecuencias de una manera que nunca fue posible para los modelos reales.[15] Para Raimund Petschner, la novela se encuentra entre “algunos muy buenos no Maigrets” de los “primeros años”.[17] En sus memorias París era una fiesta, Ernest Hemingway no estaba seguro de si La casa del canal o Maigret en apuros fue su primer encuentro con la obra de Simenon, algo que a Gertrude Stein le hubiera gustado.[8] Para Tilman Spreckelsen, los protagonistas actúan “demasiado esquemáticamente” y la trama está “evidentemente planificada”, pero esto se compensa con las imágenes a las que se entrega la novela: “¿Creó Simenon alguna vez imágenes tan inquietantes como el niño muerto que tanto perturba a los patinadores culpables, o la granja de madera junto al canal en la niebla eterna?"