[1]: 124 [5] Una vez establecida su función no solo como imagen titular sino también como paso procesional, en 1927 se procedió a tapar la sección posterior del manto de la Virgen,[4][9] hueca debido a que la pieza fue concebida como alto relieve, construyéndose a su vez una carroza decorada con motivos florales.
A mayores se añadió una cruz con ráfagas y cantoneras elaboradas en plata la cual fue instalada detrás del grupo escultórico y que en la actualidad cuenta con un sudario de tela suspendido del travesaño, incorporándose una diadema de tipo resplandor en la figura de la Virgen y tres potencias en la imagen de Cristo, todo ello elaborado también en plata.
Durante su estancia en San Martín tras el derrumbe, concretamente entre 1986 y 1987, los toscos repintes de la obra fueron eliminados a iniciativa de la cofradía, siendo la pieza nuevamente intervenida en 2004, momento en que gracias a una limpieza se pudo recuperar la policromía original.
[5] Un decreto emitido por el Vaticano en 2010 ordenó la vuelta del grupo escultórico a su sede canónica en San Martín,[14] terminando el conflicto en octubre de 2011 con un acuerdo entre la cofradía y la parroquia.
Este género apareció en los últimos años del siglo xiii como tema independiente y evolucionaría a comienzos del siglo xiv en algunos monasterios de la zona del Rin, teniendo una amplia difusión a lo largo de la centuria siguiente en el norte y el centro de Europa, sobre todo en Alemania y Francia.
Esta forma de mostrar a María con su hijo tuvo una gran difusión en Castilla a través de las rutas comerciales abiertas en el centro de Europa, si bien el modelo imperante experimentaría cambios mediante las reinterpretaciones llevadas a cabo por artistas locales, produciéndose la mayor variación en el siglo xvi con la llegada del Renacimiento y la necesidad de dotar a las imágenes de una mayor humanidad en base a proporciones realistas; todo esto quedaría convertido en una verdadera alegoría del dolor conocida como Compassio Mariae, cuyos mayores exponentes a nivel escultórico serían las creaciones en relieve y bulto redondo de Juan de Juni, quien llevó al plano artístico este tema de la pasión en diferentes materiales, como barro, madera y piedra.
[4] La imagen de Jesús, serena y de anatomía muy realista (característica que Fernández procuró plasmar en su etapa de madurez), está influenciada por el clasicismo y se aleja del patetismo propio de esta temática; todo en ella es tranquilidad y resignación ante la tragedia, con el paño de pureza cubriendo la zona genital y ambas piernas dispuestas del mismo modo que los crucificados, estando el torso arqueado en un valiente escorzo.
Con raya al medio, la melena posee unos pequeños mechones sobre la frente, destacando en el rostro unas notables órbitas oculares enmarcando los ojos, elaborados en cristal y con forma de luna creciente, acentuado todo ello por una mirada perdida.
La boca se halla a medio abrir y en su interior pueden divisarse los dientes, realizados en hueso, y la lengua, aspecto que constituye una clara reminiscencia del último aliento en la cruz.
En lo tocante a la policromía, esta se ajusta a la estética imperante a comienzos del siglo xvii, con las carnaduras impresas como si fuesen pintura de caballete y las telas dotadas de tonalidades lisas y decoradas únicamente con discretos ornamentos en los bordes.
[4] En cuanto al retablo donde se le rinde culto, este es de estilo clasicista y se compone de un cuerpo con una sola calle, banco y ático.
Enmarcada la hornacina por dos pares de columnas con fuste estriado en diagonal y capiteles de orden corintio, el banco posee varias pinturas en las que figuran diversos santos franciscanos, justificado esto por tener como lugar de destino original un convento perteneciente a la orden, mientras que en el ático, bajo un frontón triangular presidido por una imagen pictórica del Espíritu Santo con forma de paloma y enmarcada por grandes pináculos y dos columnas idénticas a las emplazadas en el cuerpo, se halla La imposición de la casulla a San Ildefonso, pintura de Diego Valentín Díaz.