[2] La idea para una ópera con este tema era desarrollarla en los siguientes siete u ocho años.
Sin embargo, un peregrino, llegado recientemente del extranjero, dice a Jaufré que existe tal mujer, de hecho, porque él la ha encontrado.
Aunque esto inicialmente la ofende, Clémence comienza a soñar con este amante extraño y lejano, preguntándose si ella es digna de recibir tal dedicación.
En un impulso, Jaufré parte a encontrarse con su “amor de lejos”, pero no sin cierta agitación.
El trovador llega a la ciudadela de Tripolis inconsciente, llevado en una camilla.
En la última escena la vemos en oración, pero sus palabras son ambiguas, y no sabemos con exactitud a quién reza sobre sus rodillas: si a su lejano Dios o su "amor de lejos".
Eventualmente, la producción de la ópera se convirtió en una comisión conjunta del Theatre du Chatelet en París y la Ópera de Santa Fe, sumado a Salzburgo.