Escuela historicista alemana de economía

Así, la escuela alemana rechazó la idea de que las «leyes» o teoremas económicos podían ser tomados como universalmente válidos.Para ello, era necesario afianzar los propios estudios mediante sondeos empíricos, o bien recurrir a los conocimientos de la ciencia histórica (alemán: Geschichtswissenschaft).Estas ideas se oponían a las de la economía clásica, basada en el análisis individualista, utilitario y determinista.En general, sus integrantes defendían una concepción básica común: entender todos los sucesos vitales como hechos históricos.Las personas no están solo motivadas a actuar por interés propio,[1]​ sino también por otros factores culturales.[2]​ Además de sus influencias y precursores, la escuela historicista puede ser dividida en tres estadios o tendencias.[4]​[5]​ La primera generación o escuela histórica más antigua estaba compuesta por tres miembros principales: Wilhelm Georg Friedrich Roscher (1817-1894), su director; Bruno Hildebrand (1812-1878); y Karl Knies (1821-1898).De esto —esperaba— se podría derivar, a través del análisis empírico, leyes del desarrollo que, aunque no fuesen adecuadas por sí para la previsión, podrían ayudar a comprender mejor los desarrollos actuales.De esta manera, sus investigaciones también se extendieron en gran medida a estudios más detallados sobre el desarrollo económico.Los representantes de la escuela histórica siguieron un enfoque metodológico diferente a la economía clásica británica y, en consecuencia, se vieron como su opuesto.Esta última proclamaba el principio del liberalismo económico, mientras que los historicistas abogaban por una mayor responsabilidad estatal —no en vano, serían caricaturizados como «socialistas de cátedra» (véase abajo)—.En la disputa del método, la escuela historicista y Karl Lamprecht, asociado cercanamente, estuvieron involucrados con representantes de lo que llegaría a ser conocida como escuela austríaca, cuyas orientaciones eran más teóricas y apriorísticas.Pensaban que su tarea consistía en, compometidos con la ética, asesorar para la resolución de problemas políticos y, sobre todo, sociales.