Julio María Matovelle Maldonado (nacido el 8 de septiembre de 1852 en Cuenca, Ecuador) fue un sacerdote, abogado, poeta y escritor que tuvo una destacada participación en la política ecuatoriana al final del siglo XIX e inicios del XX.
Si bien ella lo quiso e hizo mucho por él, sin embargo la pobreza no escapó su condición y formó parte de su experiencia infantil.
Durante esta época, ya que no le gustaban los textos utilizados, escribió los suyos propios.
Es destacable como unía la religión con la filosofía política desarrollando ideas como que “La Libertad civil nace de la Biblia.
Sus ideas se pueden resumir de la siguiente manera: Todo esto fue desarrollado en su curso de ciencias políticas que dictaba como profesor y para lo cual escribió un libro donde aparece su afiliación a la escuela teológico católica en el derecho público junto a otros autores como Juan Carlos Taparelli y Juan Donoso Cortés.
Para la distribución del poder buscaba un formato unitario que se divida en nacional y seccional.
Su rechazo al federalismo se basaba en las experiencias históricas que ya para ese entonces había de Venezuela, Argentina o Colombia.
Siguiendo a Aristóteles consideraba al ser humano con una parte animal y otra racional.
[3] El Ecuador venía de una grave crisis institucional cayendo en una guerra civil en 1859 que tuvo como principal protagonista al General Guillermo Franco, quien amenazaba la integridad del país a favor del Perú, con tal de poder obtener su preciado poder político.
Para la consagración del país se necesitaban tres requisitos: uno legal, uno simbólico y uno material.
En esta iglesia se puede ver la pintura de Jesús, con el corazón abierto y una luz iluminando a un país en la mitad del mundo.
"Sobre García Moreno, completaba en la misma publicación:[7]"Dios, que eligió á este hombre extraordinario para que, en medio de la apostasía universal de los gobiernos, diese al mundo el más heroico ejemplo dé fe cristiana consagrando todo un pueblo al Corazón Sacratísimo del Salvador, le adornó también con las cualidades necesarias para llenar cumplidamente misión tan grandiosa, poniendo principalmente en su alma el amor y la sed del sacrificio.
Fue declarado venerable por San Juan Pablo II en 1994, pero se espera aún, por parte de los devotos, su beatificación.