[3][4] Los primeros consoladores estaban hechos de piedra, alquitrán, madera, hueso, marfil, piedra caliza, dientes y otros materiales a los que se les podía dar forma de pene y que eran lo suficientemente firmes como para usarse en la penetración.
Lo común es emplearlos a solas para autocomplacerse, como una manera de aumentar el placer durante la masturbación.
Algunas personas usan frutas con formas sugestivas que sirven para ser introducidas o frotadas en las diversas zonas erógenas del cuerpo.
Existe gran variedad de juguetes sexuales en el mercado (sin importar sexo, identidad de género u orientación) desde los que se utilizan superficialmente para estimular la cara, el cuello, los oídos y la piel en general, hasta objetos que sirven para ser introducidos en la próstata, la vagina o el ano.
En años recientes, se han fabricado aparatos específicios destinados a aquellos sectores de la población a los que se les marginado de una vida sexual, como las personas con discapacidad o transgénero.