Con él se inició muy joven en la pintura de las decoraciones teatrales y festivas del Buen Retiro, continuando en estas labores a la muerte del maestro (1685) al lado de Isidoro Arredondo, Francisco Ignacio Ruiz de la Iglesia y Antonio Palomino, ya en la centuria siguiente.Vinculado a los jesuitas, trabajó para ellos en las decoraciones del Colegio Imperial con motivo de la llegada de Felipe V a España.En 1703 se le denegó por la Junta de Obras y Bosques la plaza de pintor del rey que había dejado vacante Isidoro Arredondo.Estaba casado con María Prieto y no tenía hijos propios aunque su mujer tenía una hija de un matrimonio anterior, María Zaldo, casada con otro poco conocido pintor, Juan Pedro Peralta, discípulo de Ribera, a quien dejaba en el testamento sus útiles de trabajo.El Museo del Prado guarda además un dibujo a la aguada de San Antonio de Padua en su hornacina como se veneraba en el convento de San Antonio del Pardo (Madrid).