Como no tenía sueldo fijo, sus ingresos provenían de las propinas que recibía.
Al finalizar la gira, lo contrataron en un cabaret como cantante y animador, frente a un público diverso.
Es aquí donde, a sugerencia de su amigo Manuel Garay, cambiaría su seudónimo por Javier Solís, con el cual lograría la fama artística.
Gabriel Siria, ahora convertido en Javier Solís, resultó aprobado en la audición y se le hizo un contrato para grabar su primer sencillo a fines de 1955.
Se dice que, como parte de este trato, Javier Solís entregó la cinta que contenía los temas antes mencionados y la compañía la archivó por varios años, dando a conocer los temas, años después de su fallecimiento, como ya se ha dicho.
Solís continuó haciendo presentaciones en el Bar Azteca y también en un espacio de la emisora mexicana XEW.
Como consecuencia, grabó su primer álbum Javier Solís, Volumen I añadiendo a los temas de su disco sencillo seis canciones más.
Su consagración definitiva fue cuando grabó el tema Llorarás, llorarás (que formó parte del álbum del mismo título) en 1959, cuando Felipe Valdés Leal logró con consejos que Solís abandonara su estilo imitador de Pedro Infante.
En 1959, durante su primera gira promocional hacia Estados Unidos, la disquera preparó un álbum de valses de origen mexicano en el cual el acompañamiento no sería efectuado con mariachis sino con una banda sinfónica conformada por músicos mexicanos y estadounidenses con arreglo y dirección del músico Fernando Zenaido Maldonado.
Es la primera reconstrucción técnica llevada a cabo con la voz de Javier Solís, aún en vida, aunque esto no lo sabrían algunos fanáticos del cantante sino varios años después, gracias a los avances en las técnicas de computación y multimedios que permitieron hacer la comparación posterior.
Su médico homeópata, Manuel Trillanes, fue entrevistado por el periódico El Universal y expuso que llegó a curar la vesícula de Javier durante varios años con «chochitos», hasta llegar al punto en que debía de ser intervenido con una operación.
[15] Dicho por él, Solís le manifestó lo siguiente; «Sácame de aquí me siento muy mal», pero Zubiría sabía que su peritonitis ya estaba muy avanzada.