Juana Seymour

[6]​ Parte de su trabajo como costurera sobrevivió hasta 1652, año en que sus obras fueron regaladas a la familia Seymour.

Después de su muerte, Enrique se observó nostálgico y entusiasta por esta labor.

Sin embargo, Russell declaró que Juana era «la más bella de todas las esposas del rey».

[9]​ Polidoro Virgilio afirmó que ella era «una mujer del máximo encanto tanto en carácter como en apariencia».

El gran problema de la reina Ana era la imposibilidad aparente de poder otorgar un heredero varón a Enrique, mismo problema que ya había tenido la antigua reina Catalina.

[14]​ Su única participación informada en asuntos nacionales, en 1536, fue cuando pidió perdón a los participantes en la Peregrinación de Gracia, lo que fue rechazado por Enrique, quien le recordó el destino que tuvo su predecesora cuando "se metió en sus asuntos".

[15]​ Juana formaría una relación cercana con su hijastra María, e intentó hacer todo lo posible por pedir su retorno a la corte y a la sucesión real, por detrás de los hijos que ella pudiera tener con Enrique.

Una carta de María a Juana muestra la gratitud y agradecimiento que la joven tuvo con la reina.

Durante su embarazo, desarrolló un antojo por comer huevos de perdiz, que Enrique encargó directamente a Calais y Flandes.

Fue el único hijo varón legítimo de Enrique VIII que sobreviviría a la infancia.

Sin embargo, según Alison Weir, lo más posible es que Juana sucumbió a una fuerte fiebre puerperal luego de contraer una infección bacteriana durante el parto.

Pintura que muestra a Enrique y a su esposa Juana, acompañados de los padres del rey, Enrique VII e Isabel de York .
El joven príncipe Eduardo retratado por Hans Holbein el Joven , c . 1538 . The National Gallery .
Cuadro realizado en el 'Taller de Sombras Proyectadas' en 1536, durante el primer año de Juana como reina.