Antiguamente fabricadas en mimbre o madera, han dejado sitio al plástico, el metal y demás materiales lavables.
Las cunas tradicionales podían disponer de un dosel para cubrirlas con tela de gasa y proteger al niño de los insectos; en las modernas se disponen apliques o brazos para colgantes o móviles (piezas articuladas movibles) para distraer la atención del bebé.
También existía la tradición de vestir las cunas con faldas que se adornan con cintas, lazos u otros objetos estéticos.
Los modelos de cuna para niños de hasta tres o cuatro años son más grandes y tienen los laterales altos para prevenir saltos o caídas.
En algunos casos, una de las paredes es abatible para meter o sacar al niño con menor esfuerzo.