En su versión más sencilla puede ser que un trozo de tela se enrolle hasta la cintura (pareo, sarong), aunque la mayoría de las faldas son ajustadas en la cintura y más amplias según se desciende.
En el extremo contrario las falda serpientes de los años 1790 (y siguientes) son prendas largas que pueden llegar hasta las rodillas que planean cubrir la ropa interior estando sentado, y en casos extremos estando de pie.
Las figurillas producidas por la cultura Vinča (c. 5700-4500 a. C.) situada en el territorio de la actual Serbia y los vecinos Balcanes desde el inicio de la Edad del Cobre muestran a mujeres con prendas similares a faldas.
[8] Alrededor del año 2130 a. C., durante el Imperio Antiguo de Egipto los hombres llevaban faldas envolventes conocidas como shenti.
Durante el Imperio Nuevo, se pusieron de moda las faldas con una sección triangular plisada delante para los hombres.
Sin embargo, en el norte de Europa también se usaban faldas y blusas.
En el Quijote aparece una dueña Trifaldi que, se explica, tenía la falda triangular con tres picos.
[14] Durante el siglo XIX los cortes de las faldas en la cultura occidental sufrieron más variaciones que en ninguna otra época.
[16] Bloomer llegó a defender y promover ese vestido, incluidas las instrucciones para confeccionarlo, en El Lirio, un periódico dedicado a la "Emancipación de la mujer de la intemperancia, la injusticia, los prejuicios y la intolerancia".
Para 1914, las faldas de día ya no llegaban al suelo, sino que se detenían en el tobillo.
El fenómeno parece estar limitado a la capital de Argentina y alrededores.
La norma se sigue aplicando en muchas escuelas, sobre todo en las independientes y en las públicas selectivas.