Inmigración japonesa en Colombia

Esta situación tuvo un profundo impacto cultural evidenciado en libros tales como María de Jorge Isaacs.

[4]​ Los otros dos grupos de inmigrantes que se unieron a la colonia en el Cauca entraron al país en 1930 y 1935.

[7]​ Toraji Irie, en su obra, no menciona la fuente de la que tomó éste y otros datos relacionados con la visita de Antonio Izquierdo a Japón y su posterior regreso a Colombia.

Según sus palabras: Durante su visita a Japón, Izquierdo menciona que se firmaron contratos Ad referéndum y en los que solo se esperaba la firma del tratado comercial entre Colombia y Japón para enviar dos comisionados que estudiarían la situación de Colombia con el objetivo de promocionar la inmigración de sus nativos a dicho país.

Daniel Ortega Ricaurte hace mención de la finca que el general Reyes tenía en Chapinero y del jardinero japonés.

Dicho jardinero, Tomohiro Kawaguchi, es el primer emigrante japonés a Colombia del que se conoce su nombre y su oficio.

No predijo, sin embargo, que de lograrse en un futuro la emigración a Colombia, él veía el sur del Valle del Cauca, en especial la parte comprendida entre Santander de Quilichao al sur y Cartago al norte, como una región prometedora.

[10]​ Esta área geográfica de Colombia sería la que posterior y precisamente, veinte años más tarde, comenzaron a ocupar los inmigrantes japoneses, inicialmente como agricultores.

La Sociedad proponía al Gobierno enviar una misión a Japón para negociar este asunto, dado que «la inmigración japonesa parece ser la más apropiada para Colombia».

Takahiko Wakabayashi, el cónsul japonés en Panamá, los acompañó en el recorrido que llevaron a cabo, entre otros lugares, por Bogotá, la Sabana de Bogotá, Medellín, Barranquilla y los valles de los ríos Cauca y Magdalena.

Su visita a Colombia la hicieron en privado, sin tener ningún contacto con el Ministerio de Industrias que tenía la facultad de aprobar los proyectos para futuros inmigrantes, como tampoco solicitaron terrenos baldíos para los futuros inmigrantes como sí lo habían hecho previamente.

Este no requiere la firma de documentos ni el respaldo del fiador, cosas ambas comunes en la compleja organización bancaria, sino que se basa en la confianza mutua.

Colombia rompió relaciones diplomáticas con Japón un día después de lo ocurrido en Hawái.

En suma, para los japoneses residentes en Colombia, la guerra no significó otras cosa que sufrimientos, separación de las familias y dificultades económicas.

La barbería fue el oficio más popular entre los japoneses que vivían en la Costa Atlántica.

Ejercer el oficio de barbero fue una opción bastante popular entre los japoneses que vivían en Panamá,ya que tenía la ventaja de poder aprenderlo trabajando como ayudante con otro japonés para ganar experiencia.

Los barberos japoneses en Barranquilla adquirieron la reputación de ser limpios, cuidadosos y suaves.

Al comienzo viajaron solos, y pasado un tiempo comenzaron a llevar sus familias que se habían quedado en Colombia.

En cuanto a la educación, quizá el problema más serio se presenta cuando los niños no tienen suficiente conocimiento del idioma japonés y sus padres tampoco pueden ayudarles con las tareas escolares.

Hasta la fecha, no se ha formado una asociación como sí las tienen los nikkei de Brasil y Perú.

Los nikkei colombianos son relativamente pocos y algunos viven en zonas bastante separadas unas de otras, lo que les dificulta mucho reunirse.

Todas estas comunidades viven muy ocupadas dadas las labores de sus miembros en su cotidianidad, y así mismo el socializar con extraños, aun cuando provengan del mismo país, es un lujo que no siempre pueden permitirse.

Así se reúnen los inmigrantes para hacer las compras, socializar y conseguir nuevas amistades.

[17]​ Todos estos elementos, que actualmente rodean la vida en Colombia de los inmigrantes y sus descendientes, han contribuido a reforzar el sentido de pertenencia al grupo étnico y cultural del que forman parte.