Indumentaria eclesiástica es la denominación genérica para las vestiduras distintivas que usan los sacerdotes y diáconos ministeriales, tanto durante el culto (casulla, dalmática, alba,[1] hábito,[2] amito,[3] estola, cíngulo, etc.) como fuera de él (sotana, manteo, muceta -sólo determinadas dignidades-, clériman, alzacuellos, etc.), momentos en los que pueden llevar cualquier vestimenta, aunque el canon 284 del Derecho Canónico católico indica que los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar.La cabeza se cubre en algunos casos con la capucha del hábito, en otros con prendas especiales, sobre todo los obispos (mitra).Asimismo, los cartujos, de la misma época, quienes llevan el escapulario muy amplio y trabado lateralmente.Actualmente la Conferencia Episcopal Española únicamente autoriza tres tipos de trajes eclesiásticos: hábito propio del instituto religioso aprobado por la Santa Sede, sotana o "clergyman".Pero ya desde los apóstoles se empleaban para el sacrificio vestiduras diferentes de las usuales, aunque tuvieran la misma forma.En el siglo IX, ya poco faltó para quedar uniformemente fijados los ornamentos en las iglesias de Occidente aumentándose los colores litúrgicos.