Durante la Segunda Guerra Mundial, Argentina se vio privada de materiales aeronáuticos estratégicos, lo que obligó a detener su incipiente industria aeronáutica, que se había destacado durante la década de 1930.Teniendo en cuenta el exitoso avión de entrenamiento avanzado realizado en madera I.Ae.22 "DL" que para 1944 se estaba ensayando, se solicitó al Instituto Aerotécnico el diseño de otro modelo de avión construido en maderas nacionales.Se preveía fabricar unas 300 unidades del aparato en varias versiones, entre las que se destacan la variante de ataque, artillada con cuatro ametralladoras de 12,7 mm, o de bombardero liviano, que podía transportar bombas y cohetes, como el Tábano diseñado por Ricardo Dyrgalla en los años '50.Sin embargo, la producción de este avión se detuvo al llegar a las 100 máquinas.[4] Tras el accidente del A-87 en septiembre de 1957, producto de una rajadura en la parte superior del fuselaje, la dictadura autodenominada Revolución Libertadora ordenó que todo aparato que tuviera algún tipo de falla estructural no fuera reparado y se procediera a su baja y posterior desguace.En 1963, comenzaron las gestiones para trasladarlo al Museo Nacional de Aeronáutica, para lo cual fue totalmente restaurado y pintado.Los motores que se alojaban uno por semiala en sendas barquillas, estaban sostenidos por bancadas de acero al cromo-molibdeno.24 se asemejó bastante a las líneas del exitoso avión de ataque británico De Havilland Mosquito, el cual ciertamente fue realizado en maderas compensadas para aliviar sus costos y aprovechar en guerra a la importante industria maderera británica.No obstante ello, la remotorización o la adaptación del Calquín al motor británico nunca se concretó.
Motor Pratt and Whitney R1830 utilizado en el
Calquín
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Maqueta de madera del fuselaje de un I.Ae.28 "Super Calquín", en la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, Argentina.