Dado lo completo del proyecto entregado por el equipo Pallavicino, los trabajos progresaron rápidamente, de modo que finalizando 1947 la FMA tenía un prototipo terminado al 30% y otros dos al 10%.
Dado el éxito de estas pruebas, se decidió la presentación del modelo en Buenos Aires ante el presidente Juan Domingo Perón junto al primer avión a reacción suramericano, el I.Ae.
El prototipo continuó volando un tiempo más, hasta que en 1949, durante una aproximación para el aterrizaje, su piloto Carlos Fermín Bergaglio dejó entrar en pérdida la máquina sin notar que aún estaba a demasiada altura sobre la pista.
Cuando intentó recuperar su línea de vuelo, el Ñancú hizo un giro sobre su eje longitudinal y capotó, destruyéndose parcialmente aunque sin consecuencias para su ocupante.
Particularmente notable fue la idea de dar inicio la fabricación bajo licencia del motor a reacción Rolls-Royce Nene, conjunto que - de manera importada - impulsaba a los prototipos del caza I.Ae.33 Pulqui II desarrollado por el profesor Kurt Tank en instalaciones del Instituto en ese momento.
La toma del ala con el fuselaje se realizaba mediante una unión continua; los flaps eran convencionales y los alerones estaban divididos en tres secciones articuladas con el fin de lograr un perfecto alineamiento.
Las patas del tren tenían la particularidad de girar 90°, al mismo tiempo que se replegaban hacia atrás y arriba, lo cual permitió mejorar las líneas aerodinámicas de la barquilla del motor.