Escribió en latín y se la considera la primera persona desde la Antigüedad tardía en componer obras de teatro en esa lengua.
Parece que estaba todavía en su primera juventud cuando entró en el convento de Gandersheim, muy famoso entonces por su ascetismo y sus preocupaciones educativas.
Sus obras forman parte del periodo cultural conocido como Renacimiento otoniano.
Su obra poética tiene en un primer volumen forma épica: incluye dos poemas bíblicos y seis leyendas.
Se convierte con ello, en una de las primeras voces femeninas en intentar defender su valía como autora.
Este último poema, que se basa en la biografía de la santa atribuida a san Ambrosio, está escrito con gran fervor.
Este general de Constantino el Grande, siendo todavía pagano, pidió en matrimonio a la hija del emperador, Constancia, quien, sin embargo, hacía tiempo que se había ofrecido a sí misma como esposa al Señor; el pretendiente acaba convertido y sufre una muerte de mártir.
Su segundo drama es una composición más singular, en la que el humor y la seriedad están extrañamente mezclados.
Su prolífica carrera como poetisa se cerró con dos grandes epopeyas, una cantando las hazañas de Otón I desde la coronación del emperador hasta el año 962, el poema De Gestis Oddonis I. Imperatoris.
Fue escrito en 967 y dedicado al propio emperador y es una pieza de gran valor para los historiadores que «encuentran un relato de los hechos proporcionado por un poetisa que asistió en directo a los acontecimientos históricos».
Un toque muy romántico es dado a esta última composición por el número de leyendas que la autora ha entretejido distramente en su interior.
Fue descubierto por el humanista Conrad Celtis en 1493/94 en la abadía de San Emmeram en Ratisbona y dio lugar a la primera edición, ilustrada por Alberto Durero.