El horno de microondas es un electrodoméstico ampliamente usado para cocinar o calentar alimentos.
Funciona generando ondas electromagnéticas de una frecuencia en torno a los 2450 MHz (2.45x109 Hz).
Debido al rápido incremento de la temperatura, la presión interna hizo que el huevo explotara.
[1] El doctor Spencer diseñó una caja metálica con una abertura por la que podía entrar la radiación del magnetrón.
El magnetrón se refrigeraba con agua, de modo que era necesario instalar un circuito especial.
Además, su precio era elevado: costaban alrededor de 5000 dólares cada uno, por lo que no tuvieron demasiada acogida.
Cuando la industria alimentaria descubrió el potencial y la versatilidad del nuevo invento, este se aplicó a usos variados, como deshidratar verduras, tostar café o frutos secos, descongelar y cocinar las carnes, abrir ostras, pasteurizar leche, etc.
Otras industrias lo emplearon para el secado de corcho, cerámica, papel, cuero, tabaco, fibras textiles, lápices, flores, libros húmedos y cerillas.
Esto no es perjudicial para los seres humanos, pero a veces puede causar interferencias en la señal Wi-Fi o Bluetooth y en dispositivos que se comunican en las bandas de onda de 2.45 GHz; particularmente a corta distancia.
Hay moléculas, como las del agua, cuya estructura forma dipolos eléctricos, lo que significa que tienen una carga positiva parcial en un extremo y una carga negativa parcial en el otro, y por tanto oscilan en su intento de alinearse con el campo electromagnético alterno de los microondas.
Las ondas electromagnéticas agitan las moléculas bipolares presentes en los alimentos, especialmente las del agua, y estas son las que elevan la temperatura.
Esto puede causar en el aceite o alimentos muy grasos, como el tocino, temperaturas muy por encima del punto de ebullición del agua, llegando a tostar de forma parecida al asado en la parrilla convencional o en las freidoras.
[8] Los alimentos cocinados en microondas se consideran seguros y no pierden su valor nutricional en la cocción.