La historia del sector eléctrico en la Argentina tiene tres etapas bien marcadas: La Ciudad de Buenos Aires venía iluminando sus calles y plazas desde el siglo XVIII, utilizando inicialmente velas, aceites y kerosene.[1] En los últimos años del siglo XIX se constituyen pequeñas unidades autogeneradoras encargadas de dar luz a hoteles, comercios, fábricas etc.En los años siguientes la CATE fue eliminando la competencia, comprando las demás empresas y usinas existentes por entonces en Buenos Aires, dando inicio a la práctica de cartelizar el servicio eléctrico.[2] En los años cincuenta se crea también la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica).Durante el Gobierno de Juan Domingo Perón, se realizan en el marco del Primer Plan Quinquenal, grandes obras de infraestructura en todo el país: se interconectan las Centrales Puerto Nuevo (CADE) y Nuevo Puerto (CIADE) con lo que se logra conectar a todo el país en un único un sistema interconectado de generación en el ámbito de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, al que se sumarían las 14 provincias y los 9 territorios nacionales.Además a través del Primer Plan Quinquenal se llevan a cabo un conjunto de importantes obras públicas, en el área energética y las industrias pesada y minera, acompañándolos con un mejoramiento en la infraestructura, es decir en los transportes, caminos y obras hidroeléctricas, destinadas a modernizar la infraestructura del país, necesaria para el proceso de industrialización acelerado que su gobierno desarrollista promovía.[5] Entre 1970 y 1980, el sector eléctrico permaneció en manos estatales la oferta eléctrica medida en MW aumentó 107% (equivalente a 7,6% anual), mientras que entre 1990 y 2000, en manos privadas considerada la “década de la desinversión” aumentó 52% (4,3% anual).Todo esto produce un déficit en la generación que obligó a programar cortes rotativos.Frente a este escenario el gobierno respondió profundizando las medidas de ahorro.Los cortes, que se extendieron por más de cuatro meses, quedaron marcados en la memoria colectiva.Fue así como Obras Sanitarias de la Nación tuvo que distribuirla en tanques a las zonas del Gran Buenos Aires.Hasta el año 2003, no se había inaugurado ninguna usina con más de 100 MW.En el período 2003-2015 el Estado vuelve a adquirir un papel relevante en el sector de la energía eléctrica.[32] El plan lanzado durante el mandato del entonces presidente Néstor Kirchner y continuado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sumó 11.300 MW, 51% más de la potencia instalada que en 2003.Se pretendía con dicho gasoducto suministrar gas de origen Boliviano a 103 localidades del Noreste argentino.[37][38] En 2020 Argentina cuenta con 102 nuevos proyectos, 19 ya se encuentran en operación comercial y 83 en plena construcción.[40] El PRONUREE incluye medidas a corto y largo plazo para mejorar la eficiencia energética en los sectores industrial, comercial, de transporte, residencial y de servicios, así como en edificios públicos.[42] Una de las primeras actividades definidas por el PRONUREE fue el programa nacional para eliminar las lámparas incandescentes en 2011, reemplazándolas por lámparas fluorescentes compactas (LFC) de bajo consumo en todos los hogares conectados a la red pública y en edificios públicos.La ley fue originalmente promovida por Greenpeace durante el año 2008 y rápidamente apoyada por el poder Ejecutivo quien posibilitó su tratamiento parlamentario.En 2005, el país consumió 94,3 TWh de electricidad, lo que corresponde a 2.368 kWh per cápita.[64] La cobertura total de electricidad en Argentina alcanzó un máximo histórico del 95% en 2003.