Hacia el año 130, se cree que los primeros arawaks llegaron a la isla desde Sudamérica.
Estos exterminaron a los arawaks y se asentaron en la isla donde vivieron durante los siglos posteriores.
Sin embargo, los españoles ignoraron la isla ya que otras partes del Nuevo Mundo eran más atractivas a sus ojos.
Al año siguiente, d'Esnambuc enfermó y le cedió el comando del asentamiento a su sobrino, Jacques Dyel du Parquet.
Los colonos despejaron el terreno en los alrededores de Saint Pierre para poder practicar la agricultura.
Mercaderes franceses y extranjeros visitaban la isla con frecuencia para comprar estos productos exóticos, con lo que Martinica se transformó en una pequeña colonia próspera.
En 1640, se mejoró el fuerte agregando una zanja, paredes elevadas de roca y 26 cañones.
Los colonos franceses eran campesinos atraídos por una propaganda que les prometía fortuna y una vida bajo el sol.
Los "voluntarios" estaban bajo un régimen de servidumbre por el que debían trabajar para su señor durante tres años, tras lo cual se les había prometido que se les otorgaría un trozo de tierra.
Sin embargo, el trabajo extenuante y el clima tórrido hacían que muy pocos trabajadores sobrevivieran los tres años, por lo que era necesario contar con un flujo permanente de inmigrantes para mantener la producción.
Labat era también explorador, arquitecto, ingeniero e historiador, y luchó como soldado contra los británicos.
En 1664, Luis le transfirió la isla a la recién creada Compagnie des Indes Occidentales.
El Tratado de Breda dio por terminada la Segunda Guerra Anglo-Holandesa y las hostilidades.
La Compagnie des Indes Occidentales quebró en 1674, y la colonia pasó a ser administrada directamente por la corona francesa.
Sin embargo, en aquel momento Saint Pierre, a causa de su mejor puerto, seguía siendo la capital comercial.
Éste consistía en un conjunto de textos legales, en cuyos 60 artículos se regulaba la esclavitud en las colonias.
El código prohibía algunas acciones crueles, pero institucionalizaba otras, incluyendo la esclavitud en sí misma, y describía a los esclavos como bienes muebles.
En 1782, el almirante de Grasse salió desde Martinica para encontrarse con la flota española y atacar Jamaica.