Se destacó por su obra crítica en diversos campos tales como la literatura y el cine, además compartió sus trabajos que trataron diversos aspectos de la cultura colombiana, lo cual le permitió ser un vigilante del idioma usado en el Boletín, con el fin de no permitir que este cayera en la retórica, desmesura y vaguedad.
Valencia dijo al respecto que la revista fue en realidad “el antimito nacional”, por incluir escalofriantes testimonios sobre la vida cotidiana y ocuparse de la política y del cine como un medio propio del siglo que merecía igual atención a la literatura.
Durante 1963 a 1967, Valencia fue redactor general de la revista Eco, donde destacan los números monográficos sobre Nietzsche (Nos.
Su capacidad para juzgar con exactitud los valores culturales y las complejidades del lenguaje literario lo convirtieron en el más brillante de los críticos literarios del país en el siglo XX[3] (en un país en el que, aunque escasos, ha habido críticos tan notables por su erudición e inteligencia como Baldomero Sanín Cano, Darío Achury Valenzuela o Hernando Téllez), la usó en la tarea más prosaica o rutinaria de escoger que reseñas de libros o que textos publicar.
El Boletín puede considerarse como la revista de carácter cultural más estable del país, con un notable prestigio nacional e internacional, que agrupa a reconocidos autores en temas históricos, literarios, económicos y artísticos, entre otros.