Mito (revista)

John Perse, Pedro Gómez Valderrama, Simone de Beauvoir, Françoise Sagan, Fernando Arbeláez, José Manuel Caballero Bonald, Trigo Joven y Luis Alberto Villalobos.La editorial del primer número, escrita por Jorge Gaitán Durán, presenta los diversos intereses de la revista.Durante los siete años de publicación de la revista, a Gaitán Durán y Valencia Goelkel se unieron otros directores: Eduardo Cote Lamus, Eduardo Mendoza Varela, Fernando Charry Lara, Jorge Eliécer Ruiz y Pedro Gómez Valderrama.Desde su primer número, el comité patrocinador estuvo compuesto por Vicente Aleixandre, Luis Cardoza y Aragón, Carlos Drummond de Andrade, León de Greiff, Octavio Paz y Alfonso Reyes.Estos patrocinadores también participaron como autores en diferentes números, sobre todo en la sección principal de la revista -el dossier-.La revista Mito se destacó por la variedad de colaboradores que escribieron en todos sus números, en donde se cuenta la participación de escritores como Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Arthur Miller, León de Greiff, T. S. Eliot, Juan Goytisolo, Lawrence Durrell, entre muchos más.[1]​ También hubo autores recurrentes como Pedro Gómez Valderrama, Eduardo Caballero Calderón, Fernando Charry Lara, Rafael Gutiérrez Girardot, Carlos Rincón, Jorge Child y Darío Mesa.En su primer número, Jorge Gaitán Durán manifestó que para la revista Mito la literatura no podría sustraerse de un contexto social y cultural.Es por esto que su objetivo principal fue el de presentar textos que tocaran problemáticas estéticas y humanas, en donde el lenguaje estuviera en un estado de “máxima densidad” o “máxima tensión”.[3]​ Con este propósito, Mito publicó un amplio espectro de textos que fueron desde la poesía hasta ensayos económicos.[4]​ A través de Mito, poetas nacionales reconocidos como Fernando Charry Lara, Eduardo Cote Lamus, Álvaro Mutis y Jorge Gaitán Durán, encontraron un medio para “aglutinarse” y conformar un grupo sólido de colaboradores intelectuales.[4]​ Durante la época de los 50, la poesía colombiana conservaba la misma temática romántica (amor, paisaje y muerte) con una adición: “un nuevo tema, tan cargado de potencialidades universales, pero desperdiciado en versificaciones declamatorias, aparece en el panorama literario: la violencia”.Los siguientes son eventos que, antes y durante la publicación de la revista, determinaron su contexto: las reformas educativas en la presidencia de Alfonso López Pumarejo, la reforma agraria, la Segunda Guerra Mundial, la Misión Currie -estudio económico del país publicado en 1950-, “La Violencia”, la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y la Revolución cubana.Sin embargo, Mito fue fundada durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), un periodo posterior a las presidencias liberales y en permanente contradicción con la transformación que ocurría en las instituciones.En una nota editorial del número 18 de Mito, firmada por Jorge Gaitán Durán, Pedro Gómez Valderrama y Hernando Valencia Goelkel, se señalaron las dificultades a las que sobrevivió la publicación y celebraron su perduración y creciente audiencia: “Con este número concluye Mito sus primeros tres años de labores [...] Durante este tiempo, hemos tenido la satisfacción de ver como, a cada número, aumentaba la estimación hacia la revista”.Esperamos que sean posibles ahora la discusión, la crítica y la oposición, si fuere el caso”.[6]​ Finalmente, su preocupación por la Revolución cubana -establecida en 1959 con la entrada de Fidel Castro a La Habana-, inicialmente no fue tan entusiasta o documentada como se supondría.Los textos de Sartre y Heidegger son, en el contexto de la revista, un camino para entender al ser humano como un ser arraigado en la sociedad y en la preocupación por el otro.El filósofo español Francisco Soler Grima tradujo la conferencia ¿Qué significa pensar?[1]​ Solo en pocas ocasiones se presentó una voz única de la revista: en la edición “La nueva literatura colombiana”, en el homenaje a Jorge Luis Borges, la edición sobre Cuba y en el cierre con un espacio dedicado al nadaísmo.Similar a estas observaciones, Pedro Sarmiento Sandoval subraya que Mito “descuidó, en cierta manera, el análisis de los problemas de la literatura colombiana e hispanoamericana que comenzaba a despuntar en el panorama de la literatura universal debido a tener una política centrada en la difusión”.Desde el número 4, la sección se compuso, en su mayoría, de notas sobre novelas, corrientes literarias, tendencias teatrales, artísticas y filosóficas.Esta sección retrataba los eventos sociales y culturales más relevantes del momento.Usualmente, era escrita por Jorge Gaitán Durán, Hernando Valencia Goelkel, Pedro Gómez Valderrama o con el nombre del colectivo “Redacción Mito”.Con este tipo de contribuciones la revista quería mostrar situaciones que afectaban a la sociedad colombiana: “Pensamos, con orgullo, que nunca se han abordado de manera tan desnuda y tan veraz situaciones específicamente colombianas”.Se centró en problemas colombianos que no se habían discutido abiertamente como la necrofilia,[24]​ el veto eclesiástico al rector de la Universidad Libre (Colombia), Gerardo Molina,[25]​ la prostitución en Colombia[26]​ y el Opus Dei.[27]​ A modo de crítica e investigación, esta sección comentó las películas más relevantes en la época, las corrientes y las tendencias en la industria cinematográfica.En términos gráficos, la revista Mito tiene pocos elementos que se destaquen y no tiene ninguna sección dedicada a exponer artes visuales.Gaitán Durán murió en un accidente aéreo en un viaje desde Francia y, aunque participó en la edición del número, no lo vería publicado.