Eduardo Ramírez Villamizar

[2]​ Entre sus trabajos más destacados están los murales El Dorado y Mural horizontal, la serie escultórica Recuerdo de Machu-Picchu y sus instalaciones escultóricas monumentales en el espacio público, como 16 torres o Nave espacial.[4]​ Tras la crisis económica de 1929, su familia entró en bancarrota y tuvo que desplazarse a la capital departamental Cúcuta, donde el artista permaneció hasta 1940.[3]​ Durante esta década realizó la mayoría de sus acuarelas y en 1944 participó con obras elaboradas en esa técnica en su primera exposición colectiva.[3]​ En 1947 la Universidad del Cauca de Popayán lo invitó a trabajar por siete meses con Edgar Negret.[5]​ Realizó obras como Calvario, Lucha de Jacob con el Ángel, Adán, Niño flautista y Girasoles.[3]​ En la década de 1950 se dedicó sobre todo a la pintura[5]​ y adoptó un estilo abstacto que ya tendía hacia la geometría.[5]​ También, hizo viajes de formación artística a Europa y Estados Unidos.[5]​ En 1955, la “pintura abstracta” que realizó para el edificio Bavaria fue su primera obra pública.[5]​ Durante estos viajes estudió las obras de Fernand Léger, Alexander Calder, Ben Nicholson, Max Bill, Georges Vantongerloo, Antoine Pevsner, Marcel Duchamp, Jean Arp y Robert Jacobsen.[1]​ El mismo año realizó para la sede del Banco de Bogotá el mural El Dorado.[6]​ Se trata de un momento clave en su producción artística y también de una obra relevante del arte colombiano por sus dimensiones, por sus alusiones precolombinas (como el uso del pigmento dorado), y por sus ritmos abstractos, inusuales en las obras públicas colombianas.[5]​ En este viaje también visitó el sitio precolombino de Tikal, que fue funamental para su paso al relieve en la década siguiente.[4]​ En esta década se interesó a su vez por el universalismo constructivo de Joaquín Torres García, una doctrina que lo acercó al arte precolombino, en particular la geometría en la cultura maya.[5]​ Si durante la década anterior su obra estuvo dominada por la pintura, en los años 1960 su atención se centró en los murales y en los relieves.[5]​ A su vez, durante estos años ocupó tres veces el primer lugar del Salón Nacional de Artistas de Colombia:[7]​ en 1962 con Relieve circular,[9]​ en 1964 con Saludo al astronauta[10]​ y en 1966 con El río.[4]​ En 1972 realizó a su vez Columnata para el Fort Tryon Park, en el norte del Upper Manhattan.[1]​ A su vez, participó en varias exposiciones colectivas en Colombia y otros países.[2]​ En 1990 donó más de cuarenta obras para el museo homónimo Museo Ramírez Villamizar, que está dedicado a su obra, que fue inaugurado ese año en su ciudad natal Pamplona.[5]​ Pese a su "máxima simplicidad", sus obras buscan realizar amplias síntesis y el propio artista las comparó con la poesía haikai.Al respecto, el propio Ramírez Villamizar afirmó: “Durante mucho tiempo pensé que valía la pena hacer grandes obras, para que se salieran de los museos y de las colecciones particulares para integrarse a la ciudad y al campo y con las cuales la gente pudiera casi interactuar.[27]​ Siete años más tarde, en 1985 se instalaron en la avenida El Dorado las obras Caracol en crecimiento limitado y Doble Victoria Alada.
Detalle de Mural horizontal , relieve en la sala de conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango .
Nave espacial , escultura instlada en el Centro Internacional en 1978.
Puerta de Machu Picchu , escultura de hierro elaborada en 1984 como parte de la serie Recuerdos de Machu Picchu .
Fachada del Museo de Arte Moderno Ramírez Villamizar, inaugurado en 1990 en el centro histórico de Pamplona .
Caracol en crecimiento ilimitado , escultura de hierro en la avenida El Dorado de Bogotá.