[2] Los grandes refractores eran telescopios dotados con lentes acromáticas, y representaban una clara alternativa a la tecnología de espejos.
No fue hasta entrado el siglo XX cuando fueron gradualmente superados por los grandes telescopios reflectores en la astronomía profesional.
Eran a menudo utilizados para observar estrellas dobles, equipados con un micrómetro filar.
[5] Debido a estos problemas, un gran refractor solía ser la mejor elección.
Trabajó con el fabricante de instrumental Joseph von Fraunhofer (1787–1826) para utilizar esta tecnología a comienzos del siglo XIX.
[13] Los telescopios refractores habían cuadruplicado su apertura a finales del siglo XIX, culminando con el refractor práctico más grande nunca construido, el telescopio del Observatorio Yerkes de 40 pulgadas (1 metro) de apertura, instalado en 1895.
Por ejemplo, tan solo el tubo del telescopio de Yerkes pesó 75 toneladas, y tenía que ser capaz de seguir las estrellas con tanta exactitud como los instrumentos más pequeños.
Este proceso de plateado supuso una gran mejora respecto a la antigua técnica del metal de espejos, e hizo del telescopio reflector un instrumento realmente práctico.