Después de distintas pruebas satisfactorias, les comunicó que pese a la poca altura sobre el nivel del mar, la visión y calidad óptica del cielo era excelente para sus propósitos.
Las obras, que serían financiadas por el millonario Yerkes, comenzaron poco después: el edificio principal, que albergaría el mayor refractor del mundo, fue construido por el arquitecto de la propia universidad Henry Ives Cobb, quien eligió un estilo de la Roma clásica para la estructura que sería fabricada con ladrillo pardo “romano”, adornado con ornamentos de terracota gris.
Durante las primeras pruebas, mientras la óptica se asentaba y recibía los últimos ajustes finos, el propio Barnard descubrió una nueva estrella en las inmediaciones de Vega: era su primer éxito.
En la noche del 28 de mayo el propio Hale estuvo observando con el telescopio hasta la medianoche, momento en el que fue sustituido por Edward Emerson Barnard y su asistente quienes estuvieron estudiando la nebulosa M17; al terminar dejaron la plataforma de observación (una estructura circular capaz de elevarse, que formaba el falso “suelo” del observatorio) en su máxima altura, 11.5 metros sobre el nivel del piso, para que al siguiente día los técnicos pudiesen trabajar cómodamente en ella.
En el observatorio Yerkes trabajaron muchos de los más importantes astrónomos, astrofísicos y cosmólogos del siglo XX, por ejemplo Barnard, Edwin Hubble o el propio Hale, entre otros muchos.