Clark miró por el telescopio, estudió su instalación, su óptica y le encontró algunos pequeños defectos que podrían ser mejorados.
A su regreso fundó en Cambridge, Massachusetts, una fábrica de objetivos para telescopios que con el tiempo sería la importante compañía óptica norteamericana Alvan Clark & Sons, que fabricaría las mayores lentes de telescopio en los siglos XIX y XX.
A pesar del avance cada vez mayor en la construcción de espejos para su uso en objetivos de telescopios, Alvan Clark tenía una fe ciega en las lentes, y todos los telescopios construidos por él y sus hijos fueron refractores.
Pero parecía que las lentes habían llegado a su límite teórico y práctico, y una mayor abertura no daba una mayor resolución, ya que el propio peso de la masa del cristal usado en su construcción, hacía que la lente, al estar sujeta solo por los bordes, se combase lo suficiente como para introducir defectos en la imagen de muy difícil corrección.
Sin embargo, este problema no afecta a los espejos, ya que estos descansan planos sobre su base en un soporte, y esto permite llegar a mayores diámetros usando un solo bloque de cristal, pero Clark, incansable, siguió intentando conseguir bloques de vidrio lo suficientemente grandes como para superar a la lente usada en el observatorio Yerkes.