Aún cursaba Filosofía, cuando fue incorporado a un grupo de religiosos (siete sacerdotes, dos estudiantes y dos hermanos menores, doce en total) que bajo la conducción del padre Felipe Claver partieron hacia el Perú para reforzar los trabajos que por entonces efectuaba allí la Compañía de Jesús.
Todo ello se hizo por orden del mismo general de los jesuitas, Claudio Acquaviva.
Se compenetró de las tradiciones indígenas y consultó fuentes históricas directas.
La congregación provincial jesuita reunida en Lima en 1630 dio su visto bueno, y se hicieron las gestiones pertinentes en España para la publicación del libro.
Pero consultada la opinión del general jesuita Mucio Vitelleschi, éste resolvió que la impresión fuese diferida hasta que se consiguiera la aprobación de la Santa Sede.
El asunto se fue alargando indefinidamente, por lo que la obra permaneció inédita durante más de dos siglos.
[8] La obra recoge también la versión de Blas Valera sobre la existencia de un primer imperio quechua anterior a Manco Cápac, quien solo habría sido el restaurador del mismo y no su fundador.